El nacimiento natural da la vida natural; el renacimiento del bautismo da la vida sobrenatural, cristiana. En el bautizado no sólo vive un hombre, sino que es Jesucristo quien vive en él; y con Jesucristo, Dios y hombre, habitan en el alma el Padre y el Espíritu Santo (BM2, 12).
Beato Santiago Alberione