También un enfermo, que no puede hacer grandes cosas, que todo debe esperarlo de los demás, puede llegar a ser un gran santo. Se dirá tal vez: “¡Pero si no ha hecho nada!”. Ha hecho mucho, en cambio, lo ha hecho todo: ha estado unido a Jesús, ha sufrido por amor de Jesús y en todo se ha uniformado a la santa voluntad de Dios (Pr 1, 17).
Beato Santiago Alberione