Agradecemos a Don Pedro Jaramillo, Rivas, que continúe compartiendo con nosotros sus sonetos, que nos ayudan a la reflexión en este tiempo de Cuaresma.
DESNUDEZ
“Cada año, al comienzo de la Cuaresma, las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerdan que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal. Nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al Tentador y lo venció y, al mismo tiempo, nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones. Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso; y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo ... En el tiempo de Cuaresma, el Espíritu Santo nos empuja también a nosotros, como a Jesús, a entrar en el desierto. No se trata —como hemos visto— de un lugar físico, sino de una dimensión existencial en la que hacer silencio y ponernos a la escucha de la palabra de Dios. No tengáis miedo al desierto; buscad momentos de oración, de silencio, para entrar en uno mismo. No tengáis miedo. Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones” (Francisco, Angelus, 21.02.2021).
No me dejes, Señor, de ti apartarme,
cuando es difícil andar el camino.
Que solo será por Ti que me animo,
pues del tentador sabrás alejarme
pues con ella mi interior arruino
y pierdo del horizonte el destino,
sin asidero en que poder agarrarme.
para entrar en mí mismo me dé fuerza
y el corazón con su luz me renueve
No permitas que me tiente la vuelta:
solo contigo al tentador se vence
Y solo en Ti mi vida queda absuelta.