Jesucristo para salvar a las almas vino del cielo, y como buen pastor fue a buscar la ovejita descarriada. Este mundo, acuciado por sus pasiones, sigue veredas torcidas: ¡cuántos pecados y cuánto desorden! Se piensa demasiado en la tierra y poco en el cielo. “Recuérdate, hombre, que eres hijo de Dios” (Pr 1, 12).
Beato Santiago Alberione