Desde el cielo, el Señor nos indica a María: ¡Mira a tu hijo! Bien grande es nuestra Madre, bien poderosa, bien sapiente: un corazón que a todos ama. Ella desempeña con cada uno los menesteres que tiene una buena madre con su hijito. Por parte nuestra, el fruto ha de ser una gran confianza (Pr 1, 150).
Beato Santiago Alberione