La Eucaristía es nutrimento para el alma. «Yo soy el pan vivo bajado del cielo». Como el pan sustenta el cuerpo, así la Eucaristía sustenta el alma, repara las debilidades; fortifica, alienta el espíritu; es el verdadero alimento del alma. Por eso es necesario que nos nutramos de este manjar (Pr 2, 25).
Beato Santiago Alberione