Hemos de adquirir un corazón amplio, un corazón apostólico, el corazón de san Pablo. ¡A cuántas naciones llegó él! Y adonde no llegó con su presencia física, llegó con el corazón, con su oración, con su palabra…, que ilumina aún hoy toda la teología, la moral y la ascética y alumbra a toda la Iglesia (Pr 5, 161).
Beato Santiago Alberione