Todo lo que María recibió fue para ser “apóstol”. La misma maternidad la tuvo para darnos a Jesús, ¡es su apostolado!, y para seguir dándolo a todos los hombres, pues el Hijo de Dios encarnado la constituyó mediadora y distribuidora de la gracia, por tanto de la salvación (Pr 5, 140).
Beato Santiago Alberione