La caridad hacia Dios es, en primer lugar, el deseo de poseer a Dios y de vivir unidos a él y, en segundo lugar, es esta verdadera unión de todo nuestro ser con Jesucristo. Y el punto de llegada es el que indica san Pablo que es sublime: «vivit vero in me Christus» (APD56, 128).
Beato Santiago Albeerione