La enfermedad es un tiempo de santificación, una misericordia que Dios concede para dar un espacio de tiempo a la penitencia de los pecados, para reflexionar sobre nosotros mismos, para recogernos más, para vivir más unidos a Dios. Debemos acostumbrarnos a hacer la voluntad de Dios aun cuando no estemos bien (Prediche a Grottaferrata e Albano, 1954, 128).
Beato Santiago Alberione