La sinceridad es: reconocernos tal como somos, sin condenar nada más que lo que es condenable porque los defectos e imperfecciones involuntarias ocurren siempre; pero también sin excusar lo que es verdaderamente negligencia... Seamos honestos con nosotros mismos, reconozcamos cómo estamos ante Dios (APD56, 44).
Beato Santiago Alberione