Jesús, Maestro divino, te doy gracias y bendigo tu corazón lleno de amor por la institución del sacerdocio... Manda buenos obreros a tu mies, oh Jesús. Que todos los sacerdotes sean sal que purifica y preserva, luz del mundo; ciudad situada en lo alto; que todos estén modelados según tu corazón (PR 137).
Beato Santiago Alberione