No solo debemos llevar a Dios lo exterior y simplemente ofrecerle el don; también Caín ofreció algún don a Dios, pero su corazón no amaba al Señor. Y en cambio, Abel hacía su ofrenda al Señor, pero por amor a Dios. Y por tanto, el amor a Dios es lo primero (APD56, 344).
Beato Santiago Alberione