Trinidad divina, Padre, Hijo y Espíritu Santo, presente y operante en la Iglesia y en lo más profundo de mi ser, yo te adoro, te doy gracias y te amo. Y por medio de María santísima, mi madre, me ofrezco, entrego y consagro totalmente a ti, por toda la vida y para la eternidad (PR 57).
Beato Santiago Alberione