Hay que formar el corazón materno. La madre está siempre para hacer las paces y disimula y encubre los errores de un hijo y alienta al otro y vuelve a llamar al que es demasiado orgulloso, que confía en sí mismo, y ayuda al que es más débil, que nació más tarde, que es más pequeño ¡Ah, la mamá! (APD56, 524-525).
Beato Santiago Alberione