Recíbeme, María, madre, maestra y reina, entre los que amas, nutres, santificas y guías en la escuela de Jesucristo, divino Maestro... Mi Maestro, Jesucristo, se confió totalmente a ti, desde la encarnación hasta la ascensión, y esto es para mí enseñanza, ejemplo y don inefable, por lo que también yo me pongo plenamente en tus manos (PR171).
Beato Santiago Alberione