No debemos pensar que el Señor atiende cada una de las peticiones que le hacemos... porque a veces hacemos peticiones que no son provechosas para nuestra salvación eterna, para nuestra santificación. Pero, en cambio, cuando decimos: «Haznos santos», el Señor no deja de infundir la gracia y seremos santos (APD56, 119).
Beato Santiago Alberione