La esperanza: a) debemos considerarla como el consuelo más suave y el apoyo más firme de la vida; b) pedirla con insistencia porque es teologal y sobrenatural; c) evitar los pecados opuestos, que son la presunción y la desesperación. (Donec formetur Christus in vobis, 71).
Beato Santiago Alberione