Tenemos al Religioso pleno, feliz, en la verdadera espiritualidad paulina, cuando llega al «Cristo vive en mí». Y Jesús produce los pensamientos, la fe, el amor a Dios y a las almas, inspira palabras y actividades apostólicas, serenidad llena de esperanza: «en la espera de la bienaventurada esperanza» (UPS IV, 201).
Beato Santiago Alberione