Ejercitarnos en la esperanza a través de la oración; y luego, si surge algún sentimiento de desesperación, tranquilizarse: «Señor, espero en los méritos de tu pasión y muerte, y me propongo hacer lo que debo hacer, con las buenas obras que debo y quiero hacer para ganar el paraíso» (AP 1957, 267).
Beato Santiago Alberione