Qué discutible eres, Iglesia, y sin embargo, cuánto te quiero.
Me has escandalizado mucho,
y sin embargo, me has hecho entender la santidad.
nada he visto en el mundo más oscurantista,
y nada he tocado más puro, más generoso, más bello.
Cuántas veces he pensado cerrar en tu cara la puerta de mi alma,
y cuántas veces he pedido poder morir entre tus brazos seguros.
No, no puedo librarme de ti, porque soy tú,
aún siendo completamente tú.
Y después, ¿adónde iría? ¿A construir otra?
Pero no podré construirla sino con los mismos defectos,
con los míos que llevo dentro,
y si ya la construyo, será mi Iglesia, no la de Cristo.
Carlo Carretto