Si, hoy es la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la cruz por la que Cristo tendió un puente que nos lleva al Cielo.
Podemos adorar la Cruz de Cristo, valorar el sacrificio de nuestro Señor, inclusive desear grandes sacrificios, pero ¿realmente amamos la Cruz de Cristo?
¿Podemos decir que la amamos, cuando no somos capaces de llevar nuestra cruz de cada día, uniéndola a la cruz de Cristo?
¿Dónde encontramos nuestras cruces diarias?, muy sencillo: en esa protesta que se nos escapa cuando nos sabemos no valorados, cuando nuestro orgullo queda herido.
¿Dónde más? Cuando he de alterar mis prioridades porque alguien que vive en soledad espera mi visita, cuando estoy con mis mayores que repiten incansablemente historias que ya nos han contado cientos de veces, cuando nos toca arrimar más el hombro en nuestro trabajo, porque el compañero no rinde lo suficiente, cuando soy prejuzgada, incomprendida, cuando me cuesta vencer mi pereza, priorizar, cuando voy a orar y siento que no sé orar,.... y un largo etc. de situaciones que para cada uno son dolorosas y quisiéramos apartar de nosotros.
Que hoy descubramos que la Cruz de Cristo no es solamente dolor, sino que es también triunfo sobre la muerte, que gracias a la Cruz de Cristo que él acepto y llevó hasta las últimas consecuencias por cumplir la voluntad del Padre, tienen sentido nuestras pequeñas cruces unidas a su sacrificio y cobra sentido nuestro, a veces, ser cireneo del que camina a mi lado y ya no puede más, o sentirnos débiles y dejar que otros nos ayuden, con lo difícil que es reconocer nuestras limitaciones.
Seamos esos niños que transitan por la Cruz confiados y alegres porque al termino de la misma nos encontramos el abrazo del Padre, y demos gracias a nuestro Señor Jesucristo que nos ha iluminado el camino y con su Cruz, da sentido a nuestra vida.
Rosa Mª C. M.
