El Santo Rosario no es una práctica piadosa del pasado;
al contrario, está experimentando una nueva primavera.
El Rosario es uno de los signos más elocuentes del amor
que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre.
Cuando se reza el Rosario, se reviven los momentos
más importantes y significativos de la historia de la salvación,
se recorren las diversas etapas de la misión de Cristo.
Con María, el corazón se orienta hacia el misterio de Jesús:
se pone a Cristo en el centro de nuestra vida,
de nuestro tiempo, de nuestras ciudades;
mediante la contemplación y la meditación
de sus santos misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria.
Benedicto XVI