Hoy da comienzo el Adviento. El viernes estuve con el grupo de Vida Ascendente al que acompaño en su caminar, igual que ellas me acompañan a mi, y estuvimos hablando sobre el Adviento, tomando como punto de partida las meditaciones que, en nuestras Diócesis de Ciudad Real, nos envía nuestro Consiliario, y de la cual os transcribo algunos párrafos.
Adviento no sería nada si no se convierte en un encuentro. Porque Adviento es el Señor que está llegando, buscándome. Es esperanza divina que se hace humana para poder encontrarme. Pero también Adviento soy yo que espero, que salgo, que busco, que necesito. Adviento somos dos: Él y yo, cuando nos encontramos, nos acogemos. El Adviento está viniendo, es un gerundio constante de caminos y caminantes juntos hacia adelante, hacia arriba, hacia abajo, hacia dentro. Es acogida y abrazo y vida compartida
El Adviento dura cuatro semanas, pero luego se queda y se hace Navidad y vida cotidiana, y camino y desierto y Pasión y Muerte y Resurrección
El Adviento dura cuatro semanas, pero luego se queda y se hace Navidad y vida cotidiana, y camino y desierto y Pasión y Muerte y Resurrección
Tras varias reflexiones que nos ayudaron a reflexionar sobre el Adviento se nos invitaba a rezar el Credo del Adviento:
Creo, Señor, que sigues viniendo a las orillas de mi vida, que me llamas de nuevo.
Creo que sigues creyendo en mi, que cuentas conmigo, que me necesitas.
Creo que me buscas, me amas.
Creo que tu mirada me hace nuevo, joven, fuerte, como en los buenos tiempos.
Creo que aún quedan amaneceres y viejos sueños en el alma, largos caminos por andar, altas cumbres por alcanzar.
Creo que tu Adviento es largo, constante, interminable.
Creo que cada día me vas llevando, me vas amaneciendo, que mi vivir es nuevo.
que nada ni nadie derribe mi vieja juventud.
Creo que yo nací el día que te conocí.
Creo que sigues creyendo en mi, que cuentas conmigo, que me necesitas.
Creo que me buscas, me amas.
Creo que tu mirada me hace nuevo, joven, fuerte, como en los buenos tiempos.
Creo que aún quedan amaneceres y viejos sueños en el alma, largos caminos por andar, altas cumbres por alcanzar.
Creo que tu Adviento es largo, constante, interminable.
Creo que cada día me vas llevando, me vas amaneciendo, que mi vivir es nuevo.
que nada ni nadie derribe mi vieja juventud.
Creo que yo nací el día que te conocí.
¡FELIZ ADVIENTO!