Gran cosa es saber
que san Pablo, con sus oraciones, puede obtenernos cuanto necesitemos. Surge
entonces espontánea otra pregunta: ¿Pero este santo, nos quiere, piensa en
nosotros, se ocupa de cada uno?– Sí, respondo; y mucho.
Un padre ama a sus hijos, un apóstol a quienes ha evangelizado, un maestro
a sus alumnos. Y bien, san Pablo es nuestro padre por ser nuestro patrono
especial; nosotros le hemos escogido como padre de adopción, y él nos ha
aceptado como hijos adoptivos; y con sus hijos quiere hacer de padre, como
escribía a los fieles de una de las Iglesias fundada por él: Recuerden que
aunque tuvieran muchos maestros, sólo yo soy su padre porque os engendré a la gracia del
Evangelio. San Pablo es el apóstol encendido en amor a las almas; ya en esta
tierra vivía para ellas y sus Cartas están llenas de las más | tiernas
expresiones de afecto. Ahora él nos instruye a nosotros. La doctrina que
aprendan es suya; lo que se os dice está casi siempre tomado de sus Cartas; él
nos amaestra con el esplendor de sus ejemplos. ¡Cuánto afecto, pues, no nos
tendrá en el paraíso!
¡Qué gran consuelo es este para
nosotros! Somos pobres y pecadores, no mereceríamos del Señor más que castigos;
pero entre el Señor y nosotros hay un gran santo que perora nuestra causa, nos
defiende, intercede, piensa en nosotros más de lo cada uno puede pensar en sí
mismo. San Pablo tiene un ojo escrutador, miradas vivaces, casi impetuosas;
pero en el fondo están llenas de aquel afecto robusto y profundo que le llevaba
a escribir: «Yo quisiera dar mi vida por ustedes». ¡Sí, qué gran consuelo! San
Pablo nos ama, está completamente por nosotros, interesado a favor nuestro.
Obsequio: Con un gesto
concreto, manifiesto a un ser querido el amor que le tengo, como reflejo del
amor de Cristo
Jaculatoria: San Pablo apóstol,
protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.