lunes, 22 de junio de 2020

SONETO: LA META

Bueno es recordar en este tiempo de oscuridad y de muerte que somos hombres y mujeres “meta-dirigidos” … Con tanta fuerza que el final no puede ser un fracaso, sino el alcanzar la Meta (con mayúscula). En plena crisis de coronavirus, la voz del Papa Francisco: “La tumba es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte, para relanzar una nueva vida de aquella sobre la que se había colocado una losa. Él, que removió la piedra de la entrada de la tumba, puede remover las piedras que cierran el corazón. Por esto, no cedamos a la resignación, no tapemos la esperanza con una losa. Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos deja solos, está con nosotros en toda situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida. Hermana, hermano: aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido” (Homilía de la Vigilia Pascual, 11-4-2020). 





Lo que es utópico, pero posible 
muchas veces te lo pusiste de meta, 
y sin dejar en tu opción una grieta 
a fuerza de tesón se hizo factible. 

Y devino tu vida así creíble, 
aun si la cosa te pidió ser asceta, 
pues que los grandes esfuerzos no aprietan, 
cuando los logros los hacen flexibles. 

Con metas nuestra vida es activada 
y el final no puede ser un fracaso: 
a la META de las metas es llegada. 

En momentos oscuros no es el caso 
de poner la derrota por coartada, 
pues en nacer se convierte tu ocaso. 

P. Pedro Jaramillo 
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)