DE SAN PABLO
El apóstol, incluso el más celante,
puede encontrarse con tres clases de oyentes: de buena voluntad, de nula
voluntad, de mala voluntad.
Así fue con nuestro
Apóstol: convirtió un número inmenso de almas, tanto que luego podía escribir
que en todo el mundo se había anunciado el Evangelio. Palestina, Siria,
Galacia, Tracia, Macedonia, Acaya, Italia, Malta, Chipre, etc., etc. fueron
otros tantos campos de sus conquistas evangélicas: en todas partes dejó él oír
su palabra con fruto. Muchos discípulos suyos se hicieron también santos: como
san Bernabé, san Tito, san Timoteo, san Dionisio Areopagita, etc., habiendo
sido antes simples paganos. En Antioquía de Pisidia pronunció un espléndido
discurso en la sinagoga: los oyentes quedaron impresionados y todos aguardaban
con impaciencia el sábado sucesivo, algunos por el gozo del anuncio de
salvación, otros por la curiosidad de oír cosas nuevas, otros aún porque se
habían preparado para contradecirle. El gobernador Félix, que buscaba sólo
ganar dinero, le escuchó con interés pero sin doblegarse al cristianismo; en
cambio, en la isla de Chipre, el gobernador llamado Pablo recibió el bautismo.
También Festo y Agripa permanecieron
indiferentes, aun dando la razón a Pablo; en cambio, la devota virgen
Tecla se hizo apóstol y protomártir del cristianismo, como Esteban lo había
sido entre los hombres.
Obsequio: Recordar cuál ha
sido el texto de San Pablo que más ha impactado en mi vida para seguir a
Cristo.
Jaculatoria: San Pablo apóstol,
protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.