miércoles, 24 de junio de 2020

Mes a San Pablo - día 24

LA SANTIDAD
A san Pablo hemos de pedirle las gracias que nos son más necesarias. Y éstas son dos: nuestra santificación y adquirir la virtud que más nos interesa. La santificación es la gracia general y hay que pedirla durante toda la vida; la adquisición de la virtud más necesaria es lo que precisamos en el momento actual. Nuestra santificación es necesaria como la finalidad principal de la vida: «Una sola cosa es necesaria» dijo Jesucristo a Marta, preocupada por demasiadas cosas. ¿De qué nos valdrán las riquezas, los honores y los placeres si no nos salváramos?  «Sean perfectos –dijo también Jesús– como es perfecto su Padre celeste». Pero esta perfección no se alcanza de golpe: hay que comenzar por una virtud y luego luchar hasta poseerla. Virtud a virtud, con fuerza, orando, trabajando, con los exámenes de conciencia y con la vigilancia.
San Pablo tuvo siempre ante sí este ideal altísimo, que le guió en todo: salvarse, perfeccionarse, hacerse santo, a costa incluso de los más graves sacrificios, «con tal de llegar al final de mi carrera ». Y se lo predicaba a los demás: «Tiendan a la perfección», sean santos. «Comportémonos en todo con mucha paciencia en las tribulaciones, en las angustias, en las necesidades, en los apaleamientos, en las cárceles, en medio a las sediciones, en las fatigas, en las vigilias, en los ayunos; con la castidad, con la ciencia, con la longanimidad, con la mansedumbre, con el Espíritu Santo, con la caridad; con la palabra de la verdad, con la fuerza de Dios, con las armas de la justicia a derecha y a izquierda; por medio de la gloria y de la ignominia, de la infamia y del buen nombre; como seductores, pero veraces; como ignorados, pero conocidos; como moribundos, pero bien vivos; casi con melancolía, pero siempre alegres; casi como mendigos, pero haciendo ricos a muchos; como privados de todo, pero poseedores de todo».

En su vida, san Pablo se esforzó especialmente en adquirir la caridad verdadera, que «es paciente y benigna, que todo lo soporta» hasta la muerte... Dominó su carácter, frenó su ira, se hizo fuerte como un león y manso como un cordero.
Obsequio: reconozco las gracias que necesito y se las pido a San Pablo
Jaculatoria: San Pablo apóstol, protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.