Son muchas las oraciones que la Iglesia
ha aprobado e incluso indulgenciado en honor del gran apóstol Pablo. Para
nosotros, empero, la más adecuada a nuestras necesidades especiales es la
coronita de san Pablo. En ella se concentra lo que de modo particular debemos
pedir a nuestro protector.
Cinco son las gracias que más
ordinariamente hay que pedir como buenos devotos de san Pablo, a saber: la
victoria sobre la pasión principal, con la adquisición de la virtud contraria;
el espíritu de pobreza, que san Pablo predicó y de la que dio ejemplo
constante; la obediencia pronta y gozosa en todo; la castidad según nuestro
estado especial; el celo por la salvación de las almas, que puede ejercitarse
de varias formas. Y bien, estas son las gracias que se piden precisamente en
las cinco breves oraciones de la coronita.
Comentando estas breves oraciones,
observamos que en ellas hay siempre tres pensamientos: uno de alabanza a Dios,
otro de admiración hacia el Apóstol, y un tercero de súplica para nosotros. La
admiración hacia san Pablo es justa y necesaria, pues con ello nos inclinamos
ante un sol de ciencia y un héroe de virtud. En cuanto a la súplica por
nosotros es fácil comprender cuán útil sea en nuestras míseras condiciones.
Considerando cada uno de los
pensamientos expresados en estas oraciones, se ve mejor su belleza y valor. En
efecto:
En la primera oración bendecimos al
Señor por el milagro obrado al convertir a san Pablo; admiramos al Apóstol por
su docilidad a la gracia de Dios, y pedimos convertirnos cada día de nuestro
defecto principal.
En la segunda oración bendecimos al
Señor por habernos dado en san Pablo un maestro perfecto de la bella virtud; gozosos
admiramos al Apóstol por sus enseñanzas, y atraídos por el perfume de sus
virtudes le pedimos que nos obtenga la gracia de seguirle.
En la tercera oración alabamos al Señor
por haber dado a san Pablo una perfecta obediencia; admiramos al Apóstol como
modelo perfecto en esta virtud, y le pedimos que nos haga partícipes en ella.
En la cuarta
oración alabamos a Dios por haber enamorado a san Pablo con los bienes del
cielo hasta el punto de despegarle de los de la tierra; admiramos al Apóstol
por su pobreza de espíritu, y pedimos por su intercesión dicha virtud.
En la quinta oración bendecimos al
Señor que dio a san Pablo tanto celo; admiramos sus fatigas apostólicas, y
pedimos poder seguirle al menos de lejos.
Obsequio: Recito una oración
a San Pablo
Jaculatoria: San Pablo apóstol,
protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.