lunes, 29 de junio de 2020

SONETO: DOLOR ESPERANZADO

El dolor es compañero inseparable de la pandemia. De distintas formas, todos estamos sufriendo (por eso el “yo” retórico del soneto de hoy); a veces, lo sufrimos tanto, que se apodera del alma una desesperanza crónica. ¿Qué hacer para que ese dolor sea como el pudrirse del grano para dar fruto? En la noche de la Vigilia Pascual el Papa exhortaba a todos con firmeza: “Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y se ha acercado a nosotros en toda situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida. Hermana, hermano: aunque en el corazón hayas sepultado tu esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. ¡Ánimo, con Dios nada está perdido! (11-4-20) “Desde esta situación a Dios reclama - no salir de esta pandemia quemado. - Seguro que Él responde a tu llamada”. 



De problemas abrumado y solo, 
la vida se me torna muy huidiza, 
como estar recibiendo una paliza 
que en los suelos me deja como lodo. 

Ansia siento porque no me controlo, 
y se entabla en mi interior una gran liza,
pues fuego es desbocado me atiza 
y siento que me quemo y que me enlodo. 

A Dios desde esta situación reclama 
no salir de esta pandemia quemado. 
Seguro que Él responde a tu llamada. 

De pronto no estará todo arreglado,
 pero ya habrás encendido una llama 
y tu dolor sentirás esperanzado. 

P. Pedro Jaramillo 
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)