Continuamos teniendo y agradeciendo esta colaboración del P. Pedro Jaramillo, que iniciamos el pasado domingo Solemnidad del Corpus Christi.
Con la diferencia del tipo de desastre, lo que Benedicto XVI reflexionaba en el campo de concentración de Auschwitz, nos puede servir para movernos en este tiempo duro, desconcertante y sin sentido. Decía él: “en un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es
un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? …
¡Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar! Siempre surge de nuevo la
pregunta: ¿dónde estaba Dios en aquellos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo
pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?... Debemos seguir elevando, con humildad, pero con perseverancia, ese grito a Dios: ‘levántate; no te olvides de tu criatura, el hombre’. Y este grito elevado a Dios debe ser, a la vez, un grito que penetre nuestro mismo corazón, para que se despierte en nosotros la presencia escondida de Dios, para que el poder que Dios ha depositado en nuestro corazón no quede encubierto y ahogado en nosotros por el fango del egoísmo, del miedo, de la indiferencia y del oportunismo” (28-05-206). “Si por momentos te pesa su ausencia/ pues piensas que ya no marcha a tu lado, /siente que contigo Él fuerza la puerta”.
después de tanto tiempo confinados
y de un vivir así desorientados
buscamos puertas abiertas que animen.
¿Será preciso que todo esto termine
para no sentirnos ya abrumados?
O, con el mejor camino tomado,
¿lograremos que el miedo no domine?
Piensa que solo no estás ni has estado.
Que de Dios no te falta su presencia,
aunque, a veces, lo hayas extrañado.
Si por momentos te pesa su ausencia,
pues piensas que ya no marcha a tu lado,
siente que contigo Él fuerza la puerta.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia San Juan de la Cruz (Guatemala)