Vamos a ir desgranando algunas lecciones que ya estamos aprendiendo y que es preciso asegurar para cuando llegue la “nueva” normalidad. Nos fijamos hoy en la mirada a “los otros”.
El Papa Francisco nos decía en la memorable oración del 27 de marzo: “con la tempestad, ha caído la artimaña de los estereotipos con los que disfrazábamos nuestro “ego”, preocupados siempre de nuestra propia imagen; y, una vez más, ha dejado al descubierto la pertenencia común de la que no podemos evadirnos; la pertenencia de hermanos… Nos hemos dado cuenta de que estamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, llamados todos a remar juntos, todos con la necesidad de darnos fuerzas unos a otros. En esta barca, estamos todos. Y como los discípulos que, a una voz y con angustia, dijeron: “estamos perdidos” (cf. v. 38), también nosotros hemos descubierto
que no podemos caminar cada quien por su cuenta, que solo podemos caminar juntos”/ “Es bueno que a ti mismo no te mientas, - pensando que no te será preciso - por el otro hacer permanente apuesta”.
Si la historia es maestra de la vida,
momento es de ir aprendiendo la lección,
pues de imbéciles es quedar sin reacción
con la única solución de la huida.
Grande ha sido del virus la embestida,
que, sin mirar para nada la facción,
en el mismo costal a todos nos metió
y difícil nos hace la salida.
Compartir la misma suerte es aviso
de no tirar cada quien por su cuenta,
haciendo de los demás caso omiso.
Es bueno que a ti mismo no te mientas,
pensando que no te será preciso
por el otro hacer permanente apuesta.
Parroquia San Juan de la Cruz - Guatemala