domingo, 28 de junio de 2020

SONETO: NUESTRA TRISTEZA

Es un hecho que el tiempo de coronavirus y el confinamiento que supone son generadores de una tristeza que mal sabemos digerir. El Papa Francisco, en la Eucaristía del Corpus, salía al encuentro de esta situación. Nos decía: “Con Jesús podemos inmunizarnos de la tristeza. Ante nuestros ojos siempre estarán nuestras caídas y dificultades, los problemas en casa y en el trabajo, los sueños incumplidos. Pero su peso no nos podrá aplastar porque en lo más profundo está Jesús, que nos alienta con su amor” (14-6-20). “Pero no sólo lo malo se menea, -que mucho y bueno hay en mis anhelos - de afectos provocar una marea”. 


Encerrado, me embarga la tristeza: 
los muros de la casa quedan cortos, 
a la familia me cierro y poco aporto, 
y es frecuente que asome la crudeza. 

Que del ánimo salga la grandeza: 
es mi súplica al ya sentirme roto. 
Y es verdad que si mi interior no acoto 
desde dentro me salen las proezas. 

Estar tristes es la culpa del momento 
que a tal punto nos hiere y zarandea 
de sacar lo más duro del adentro. 

Pero no sólo lo malo se menea, 
que mucho y bueno hay en mis anhelos 
de afectos provocar una marea. 

P. Pedro Jaramillo 
Parroquia de San Juan de la Cruz