domingo, 12 de julio de 2020

SONETO: DESARRAIGO

La pandemia afecta a todos, pero no afecta a todos por igual. La situación de los empobrecidos se ha agravado exponencialmente y ha crecido su número de manera vertiginosa. En el Mensaje para la IV Jornada de los pobres de este año, el Papa Francisco parte de una afirmación del Eclesiástico: “tiende la mano al pobre”, y la considera como “una invitación a la responsabilidad y a un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino. Es una llamada – dice - a hacerse cargo del peso que carga sobre los más débiles, como recuerda san Pablo: «mediante el amor, poneos al servicio los unos de los otros. Porque toda la Ley encuentra su plenitud en un solo precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo. [...] Llevad las cargas los unos de los otros» (Ga 5,13-14; 6,2). El Apóstol enseña que la libertad que nos ha sido dada con la muerte y la resurrección de Jesucristo es para cada uno de nosotros una responsabilidad para ponernos al servicio de los demás, especialmente de los más débiles. No se trata de una exhortación opcional, sino de una condición de autenticidad de la fe que profesamos”. “Pedimos a Jesús que nos bendiga - para afrontar estos tiempos de inclemencia - y una vida de hermanos nos consiga”.



Tiempos recios vivir nos ha tocado
y quizás la esperanza se nos pierda,
porque es como haber caído una piedra
sobre hombros de suyo ya cargados.

Momentos hay de sentirse agotados
y el futuro que viene nos arredra,
porque iguales no somos a la hiedra,
pues que en la vida estamos sin arraigo.

El arraigo lo impiden las carencias,
tan grandes y que tan duro castigan
haciendo de la vida una dolencia.

Pedimos a Jesús que nos bendiga
para afrontar estos tiempos de inclemencia,
y una vida de hermanos nos consiga.

P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)