miércoles, 22 de julio de 2020

SONETO N° 100: COMO UN ÁGUILA

Hay momentos en los que, para tener visión de conjunto, es preciso volar muy alto. No para evadirse, sino para no perder ningún aspecto de la realidad que estamos llamados a transformar. El Papa Francisco nos recordaba: “Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad. La que romperá todo el fatalismo en el que nos estamos viendo inmersos y permitirá volver a sentirnos artífices y protagonistas de una historia común y, así, responder todos a una a tantos males que aquejan a millones de hermanos alrededor del mundo. No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar “¿dónde está tu hermano?” (Gn, 4, 9) y, en nuestra capacidad de respuesta, ojalá se revele el alma de nuestros pueblos, esa reserva de esperanza, fe y caridad en la que fuimos engendrados y que, por tanto tiempo, hemos anestesiado o silenciado” (Un plan para resucitar, 27-4-2020) “Que no seamos de estrecha mirada - para ser a las alturas lanzados, - pues Dios nos hizo con almas aladas”


En ser águila no es locura pensar
ni difícil es volar a su altura,
y llegar a no tener nunca hartura
de las cosas en su conjunto mirar.

Cuando nuestro vuelo es rastrero y banal
es difícil admirar la espesura
que se convierte más bien en captura
de quien en alto no se atreve a volar.

Confundidos y atrapados estamos
y nuestras alas tenemos cansadas
hasta el punto de dudar si volamos.

Que no seamos de estrecha mirada,
para ser a las alturas lanzados,
pues Dios nos hizo con almas aladas.

P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)