domingo, 19 de julio de 2020

SONETOS: SAL Y LUZ

En estos momentos duros que vivimos, no pensemos solo en los grandes testimonios; pensemos también en “nuestro testimonio de cada día”, desde las cosas sencillas que por los demás podamos hacer, específicamente en este tiempo de pandemia. Nos recordaba el Papa Francisco: “ser sal para los otros, luz para los otros…: y la sal no se sazona a sí misma, siempre está al servicio. La luz no se ilumina a sí misma, siempre está al servicio. Sal para los otros, pequeña sal que ayuda en las comidas, pero pequeña… El Señor nos dice así: “tú eres sal, tú eres luz” – ´Ah, es verdad, Señor, es así: atraeré a mucha gente y haré esto y haré aquello…’. ‘No, lo que harás así harás es que los demás vean y glorifiquen al Padre’. Ni siquiera te será reconocido algún mérito. Nosotros cuando comemos no decimos: ‘¡Ah, qué rica la sal! ¡No!: ‘Rica la pasta, rica la carne, rica…’. De noche cuando vamos para casa, no decimos: ‘qué buena la luz’, no. Ni nos damos cuenta de la luz, pero vivimos con aquella luz que ilumina. Ésta es una dimensión que hace que nosotros cristianos seamos como anónimos en la vida” (homilía 12-6-18). “Mucho temple del Señor precisamos - y ganas de corazón disponible -para que tanto dolor acojamos”



¿Cómo ser sal en tiempos de amargura
y dar sabor a gente tan herida,
víctimas de la ladrona de vidas
que lo es esta pandemia de locura?

¿Y mantener de la mente la cordura
para ser luz que alumbre muy fluida,
y a nuestra gente la sostenga erguida
rompiendo con su cruel atadura?

Mucho temple del Señor precisamos
y ganas de corazón disponible
para que tanto dolor acojamos.

Soñaremos que otro mundo es posible,
si a lograrlo decididos estamos
y nuestro empeño lo hace creíble.

P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)