En medio de la pandemia que nos tiene hondamente afligidos “en cuerpo y alma“, qué bueno sería que la fiesta de la Asunción de la Virgen nos ayudara también a ver “la salida” en cuerpo y alma (ni sólo en el cuerpo ni sólo en el alma. Una salida en plenitud). Así lo recordaba el Papa Francisco: “La realidad estupenda de la Asunción de María manifiesta y confirma la unidad de la persona humana y nos recuerda que estamos llamados a servir y glorificar a Dios con todo nuestro ser, alma y cuerpo. Servir a Dios solamente con el cuerpo sería una acción de esclavos; servirlo solo con el alma estaría en contradicción con nuestra naturaleza humana… Si hemos vivido así, en el alegre servicio a Dios, que se expresa también en un generoso servicio a los hermanos, nuestro destino, en el día de la resurrección, será similar al de nuestra Madre del cielo” (Ángelus, 15-8.18) “Corazón abierto a la vida total - y no enredado tan solo en el suelo - de María celebra su pleno final”.
Los pies bien fijos tener en la tierra y,
con ganas, nunca dejar de luchar
es este tiempo que se ha tornado infernal
y que tan graves tropiezos encierra.
El peligro tiene de que te aferra
a solo de tejas abajo mirar,
sin que tus ojos quieran saber superar
una visión que en ti mismo te encierra.
La mirada también abrir hasta el cielo
no es ajena a una mirada global
y no es cuestión de simplista consuelo.
Corazón abierto a la vida total
y no enredado tan solo en el suelo
de María celebra su pleno final.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)