La reflexión de la parábola del buen samaritano se hace super-actual en el momento que vivimos. De ella dice el Papa Francisco: “Es una de las más hermosas del Evangelio. Se ha convertido, además, en un paradigma de la vida cristiana. Es el modelo de cómo debe actuar un cristiano… El samaritano, amando a su hermano como a sí mismo, muestra que ama a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas y, al mismo tiempo, expresa verdadera religiosidad y plena humanidad… Ser capaz de tener compasión: esta es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión ante una persona necesitada, si tu corazón no se mueve, entonces algo está mal. Ten cuidado, tengamos cuidado. No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de toque del cristiano, es más, de la enseñanza de Jesús” (Ángelus 14-7-19). “Es Jesús quien, hoy, nos mira de frente, - pues que nos quiere urgir el encargo - de que el virus nuestro amor acreciente”.
En la cuneta nos hemos quedado,
pero no sufrimos las mismas heridas.
Tenemos amenazada la vida,
pero son bien diferentes los grados.
Un recuerdo del buen samaritano,
cuando en nosotros el recelo se anida
y nos puede seducir la caída
de retirar de la ayuda las manos.
Muy fácil es que pasemos de largo,
Y el corazón dejar indiferente,
y tantos solos tragando lo amargo.
Es Jesús quien, hoy, nos mira de frente,
pues que nos quiere urgir el encargo
de que el virus nuestro amor acreciente.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)