domingo, 20 de diciembre de 2020

Agradecemos hoy a nuestra Hermana Mª Dolores Córdoba que comparta con nosotros su reflexión de este IV Domingo de Adviento 

Llegamos hoy al IV Domingo de Adviento, antesala del día de Navidad, y hoy, se nos presentan unos textos muy interesantes y que nos pueden hacer reflexionar precisamente sobre los acontecimientos que estos textos describen.

En primer lugar, la lectura del II Libro de Samuel, que nos presenta al Rey David planteándose edificar una casa para el Señor. Pero Dios, por medio de Natán, le hace ver que no puede construirle una morada, ya que todo cuanto es y posee lo debe al Señor. Y esto se presta a que yo me plantee: ¿puedo en mi soberbia pensar que yo haré algo grande por Dios? Al contrario, cuanto soy y hago, es Dios quien lo hace y Él es el que obra en mí, por lo que cuanto yo pueda hacer, se debe a la acción de Dios. 

El Evangelio de Lucas nos trae el pasaje glorioso de la Anunciación, una lectura que es toda una lección de humildad y saber ponerse en las manos de Dios, pues María, tras sus dudas y vacilaciones ante el anuncio del Ángel, no vacila en dar su Si a Dios y acatar su voluntad, aun con los problemas que esto le pudiera ocasionar ante su esposo, pues confía plenamente en Dios.

Y aquí se me plantean otras interrogaciones ¿doy plenamente mi si a Dios? ¿cumplo con todo lo que Él me pide? ¿soy instrumento que ayude a llevar la salvación a mis hermanos?. Pienso que en ninguna circunstancia estoy a la altura de lo que se me pide, pues la humildad de María es difícil de igualar y muchas veces quizás por falta de empeño y atención.

Que este final del Adviento, sea un inicio a una nueva conversión que me lleve a celebrar constantemente en mi vida que cada día sea una “Bendita Navidad”.

Mª Dolores Córdoba M.