Cada Navidad hemos de dar un paso
adelante, es decir dejar a Jesucristo crecer
en nosotros; con la piedad, con todas las obras
buenas realizadas, con todo cuanto hacemos
diariamente, por intercesión de María y por la
misericordia de Jesucristo, que cada vez más
se forma en nosotros, hasta llegar a la "mayor
edad", o sea la santidad según los designios de
Dios para cada alma.