Si san Pablo viviera, continuaría
ardiendo en aquella doble llama
de un mismo incendio: el celo
por Dios y por su Cristo, y por
los hombres de cualquier
pueblo. Y para que le oyeran
subiría a los púlpitos más
elevados y multiplicaría su
palabra con los medios del
progreso actual...
Beato Santiago Alberione