viernes, 2 de abril de 2021

TRIDUO PASCUAL - VIERNES SANTO

Nuestro Delegado, Padre Antonio Maroño hoy comparte con nosotros el significado de este día para todos los cristianos, mostrándonos como todas la lecturas de este día apuntan a la muerte salvadora de Cristo.

Hoy es viernes Santos,  es el día de la cruz. Es el día de la misión de Cristo asumida plentamente a través de la cruz. Hoy la Iglesia no celebra la misa, sino que adora la cruz, de lo que por ella nace la eucaristía,  y la vida nueva que nos salva del pecado de la muerte. Se adora la cruz porque para los cristianos es el árbol de la vida, que nos redime y nos renueva.

         Las tres lecturas que han sido proclamadas apuntan claramente a la muerte salvadora de Cristo. 
     
          Las dos primeras lecturas, tomadas de Isaías  y Hebreos nos presentan la teología  del dolor de Cristo: como el Siervo que ha cargado  sobre sus hombros el mal de toda la humanidad; como el Mesías que, enviado por Dios para salvarnos, aunque con gritos y lágrimas deseara ser librado de la muerte, obedeció hasta el final, experimentando en sí mismo todo el dolor que puede sufrir una persona.

La tercera lectura es el relato impresionante de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan. El texto comienza con la escena del prendimiento en Getsemaní. Sigue el proceso religioso ante Anás y Caifás, y el proceso civil ante Pilato, ambos seguidos de la negación de Pedro. La injusta condena a ser crucificado lleva a Jesús al camino del Calvario -el verdadero “vía crucis”-, a la dramática muerte y al sepulcro.

            En la versión de san Juan, la escena evangélica de hoy, queda interrumpida aquí -en la sepultura del Señor-, como el punto más bajo del camino pascual de Cristo: la crucifixión, la muerte y la sepultura. El relato se completará mañana, en la noche de Pascua- con la resurrección.

            La imagen de Jesús en la cruz es la máxima expresión del amor de Dios al ser humano, un amor
que es capaz de darlo todo, incluso a su tesoro más preciado: su único Hijo, el Amado, el Predilecto.
La cruz es la gran pedagoga del amor; que no es otra cosa que entrega y donación hasta el límite.
También es la entrega del Hijo al Padre, "en tus manos encomiendo mi espíritu", porque en ese momento todo estaba cumplido. La misión que el Padre le había encomendado estaba plenamente realizada.

           En el camino de la Cruz, siguiendo fielmente los pasos de Jesús, estaba su Madre, María. Con el alma traspasada por la espada de dolor, fue acompañando a su Hijo a lo largo de todo el camino del Calvario. Pero, aunque transida de dolor, María estaba allí, - erguida, con entereza ejemplar- al pie de la cruz compartiendo el dolor redentor de su divino Hijo, por nosotros, los hombres y por nuestra salvación. Y Jesús, desde lo alto de la cruz, instantes antes de rendir su espíritu al Padre nos hace el mejor de los regalos. Lo relata el evangelista con emoción: " Al ver a su Madre -escribe- y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: "-Mujer; ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: -Ahí tienes a tu Madre". Desde ese preciso momento, María es nuestra Madre, la Madre de todos, Y todos en la persona de Juan, somos sus Hijos. 

           Al contemplar hoy la Pasión y Muerte de nuestro salvador en la cruz, le pedimos que nos enseñe a llevar nuestras cruces, pequeñas o grandes, con la misma entereza con la que Él cargó la suya sobre sus hombros.
P.  Antonio  Maroño - SSP