El pesebre es la primera escuela de Jesús:
quiero entrar en ella para aprender sus
divinas lecciones. Quiero tener un solo
corazón contigo, querido Niñecito, que por
nuestro amor reposas en este pesebre.
Te amo, me apunto a tu escuela para seguirte,
como humilde discípulo, cada día de mi vida.