Siempre me han impresionado las palabras: «¡De veras, eres un Dios escondido!». Él mora en la Eucaristía. ¿Quién le conoce? ¿Quién le ama?... «Señor... ¡que haya en la Iglesia una familia religiosa que te conozca, no sólo, sino que te ame con entrega y devoción completa!» (APD47, 133).
Beato Santiago Alberione