Hay almas que temen el pecado de modo exagerado porque su temor no está atemperado por la confianza, y viven en agitación pavorosa y arriesgada, sufren de escrúpulo. Otras, en cambio, no lo temen, como si la persona religiosa no pudiera caer. Este es un error deletéreo pues para nadie en la tierra hay seguridad (APD47, 261).
Beato Santiago Alberione