Señor, Dios del cielo y de la tierra, dirige y santifica, rige y gobierna hoy nuestros corazones y nuestras obras, los sentidos, las palabras y los actos en la observancia de tu ley y de tus preceptos, para que en esta tierra y en la eternidad seamos salvos y libres, oh Salvador del mundo (BM, 40)
Beato Santiago Alberione