Darse a Dios quiere decir olvidarse a sí mismos y confiarle a él alma y cuerpo; quiere decir darle todas las propias potencias, las propias aspiraciones y los propios sentimientos, los propios deseos y los propios temores, las propias esperanzas..., servirle en el cumplimento perfecto del propio deber, amarle con todo el corazón (APD47,58)
Beato Santiago Alberione