Si conociéramos el bien que hizo al mundo san Pablo, especialmente a nosotros los descendientes de los gentiles; si leyéramos su vida, sus obras, sus Cartas... ¡cuánto más le rezaríamos, le amaríamos y le imitaríamos. De él aprenderíamos dos virtudes que son el fundamento del cristianismo: el amor a Jesús y el amor al prójimo (APim, 20).
Beato Santiago Alberione