Acrecentando nuestra fe, acrecentando nuestro amor a Dios se posee el sumo Bien, y con el sumo Bien la paz del espíritu, los méritos para la vida eterna, una vida serena en la tierra, una muerte acompañada de mucha confianza y la exaltación definitiva, eterna en el paraíso (Pr 2, 151-152).
Beato Santiago Alberione