Hemos de amar a María, porque es nuestra gran bienhechora. Miremos atrás: cuanto tenemos nos ha venido por sus manos. Y luego miremos adelante: todo cuanto esperamos lo recibiremos por medio de María, de sus manos. ¡Amemos a esta Madre, e invoquémosla! (Pr 2, 180).
Beato Santiago Alberione